Debate sobre la distopia del futuro

¿Te imaginas que el trabajo de tu vida, que además de esto procuras contribuir a la multitud, comenzara a despertar supones a causa de un producto de ciencia ficción que exhibe solo las peores y mucho más distópicas secuelas? Algo de esta manera le sucedió al director ejecutivo de Synchron, Thomas Oxley, quien estuvo intentando de hacer interfaces cerebro-máquina a lo largo de años. La tecnología ahora logró volver a poner la movilidad y la aptitud de estar comunicado con ciertos pacientes paralizados en ensayos conduzco. Pero en el momento en que la conocida serie británica Black Mirror mostró los peores futuros de su trabajo, ciertos comenzaron a centrarse mucho más en ellos que en su bueno potencial terapéutico. “ Muy negativo y distópico. Salió al peor ámbito viable… habrían pasado varias cosas buenas si se hubiese llegado a ese punto”, afirma en una entrevista reciente en Wired.

La visión relativamente sesgada y equivocada de la ciencia por la parte del público es algo a eso que tristemente nos nos encontramos habituando gracias a la desinformación, generada por intereses ocultos para intentar impulsar la agenda apuntada a su beneficio. Pero, ¿qué ocurre tratándose de diversión, desarrollado para hacernos reír, meditar o desplazarnos, que pone pensamientos sin fundamento en nuestro entendimiento? Y, lo que es peor, ¿qué va a pasar si este efecto consigue a los inversores que deciden apostar o no por la tecnología o aun a los legisladores que administran su avance y sus límites? ¿Podría el enternecedora Black Mirror (o cualquier otra ciencia ficción que se te ocurra) mudar el curso de la investigación científica y tecnológica y la política, para bien o para mal?

¡Requerimos mucho más utopias!

«Todo está inundado por la ola distópica, salvo contadas salvedades. Es prácticamente irrealizable imaginar una novela o una serie que imagine un futuro utópico o mejor que el presente”, se puede leer en la introducción a Utopía no es una isla (Episkaia, 2020), de la editora y autora Layla Martínez. No tenemos la posibilidad de imaginar algo nuevo?

El pensador y activista italiano Franco Berardi apuesta por el término de “cancelación del futuro”, que propaga la iniciativa de avance y regresión al pasado. Es la creencia de que el futuro, como lo imaginamos el día de hoy, es realmente difícil. La desigualdad, la inseguridad, el ocaso de los sistemas políticos o la destrucción del mundo por la sobreexplotación de los elementos nos hacen meditar que el desenlace está cerca. Con el advenimiento del neoliberalismo en apogeo en la década de 1970, la iniciativa de un futuro mejor empezó a descartarse: el futuro no es siempre mejor.

Por otra parte, en la situacion de las distopías, aseveró que si bien asimismo se diagnostican, son mucho más usuales en los siglos XX y XXI. “Hemos vivido este año de pandemia virtual, sobre el consumo de contenidos audiovisuales que nos ofrece un futuro nefasto, un futuro de sistemas políticos horribles, futuros en los que la sociedad se apoya en valores, tecnologías y ocasiones que nos semejan horribles”, ha dicho. agregada. ha dicho.

De este modo, la distopía es el ejercicio de proyectar un futuro al que absolutamente nadie puede aspirar a existir, dejando la verdad siempre y en todo momento negativa. «Es una cuestión de temor, una pesadilla», calificó Urquijo quien mencionó que los fallos de la naturaleza humana están más adelante.

La utopía por el momento no es lo que era. Se consigue mediante nuestro propio trabajo y esfuerzo, ahora través de nuestro deseo de vivir y llevar a cabo una vida mejor. El planeta de la educación debe combatir para llevarlo a cabo.

El 17 de enero de 2018 asistí a la presentación de los libros de la compilación outsideEDU de Editorial UOC conmemorada en la Salón FNAC (El Triangle) de Barcelona. Con esto se quiere «fomentar una opinión fundamentada sobre la educación y la sociedad digital». El nombre, outsideEDU, exhibe que desea traer visiones periféricas e inclusive ajenas a la educación para enriquecerla y fomentar ciertos cambios precisos. Por este motivo, la acción de presentación llevaba este sugerente título: “La educación del futuro a enfrentamiento: ¿distopía o utopía?”. Y no defraudó. Ofreció un enfrentamiento que navegó entre instancias de tecno-optimismo educativo y tecno-pesimismo.

La presentación fue iniciativa por la periodista Núria Riquelme y apuntada por Xavier Mas, coordinador de la compilación. Al acto fueron Raúl Santiago, coautor de los libros «Learning Analytics» y «Flipped Classroom» y Guillem García Brustenga, creador de «La Reina Roja». El segundo es un libro de entrevistas a especialistas en sociedad, economía y educación digital sobre el papel de la educación en una sociedad líquida. Es un libro simple y divertido que resalta los retos mucho más esenciales que encara la educación (digital). Exactamente, a la presentación fueron 3 de los entrevistados en el libro: Jordi Riese, Miguel de la Ossa y Baptista Borrell. Por último, esta serie de mucho lujo 0 la cerraron Ismael Peña-López, Hermosa Castañeda y Jordi Adell, especialistas en educación y tecnología, siempre y en todo momento con un agudo sentido crítico.

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