Los últimos datos del IPC general (3,3%) y del IPC subyacente (0,7%) de agosto nos avisan que los costos de la electricidad persistentemente superiores podrían perjudicar de a poco a toda la economía. Consumimos electricidad en el momento en que prendemos la luz y en el momento en que adquirimos cualquier cosa, por poner un ejemplo, pan. El valor de la luz lo observamos en el momento en que pagamos la “factura de la luz”, pero asimismo nos encontramos pagando la luz en el momento en que adquirimos pan producido, tal como harina, con electricidad. Los usuarios finales de electricidad, o sea, los hogares, no solo van a pagar su factura de la luz, sino más bien asimismo la factura de las compañías que les proveen recursos y servicios. Las pensiones asimismo van a subir, los alquileres van a subir y el desempleo asimismo va a subir. El valor de la electricidad es sistemático.
El día de hoy nos encaramos al enfrentamiento sobre de qué forma bajar urgentemente el valor de la electricidad en el mercado eléctrico español. A la sombra de esta pregunta, y hay algunas ocasiones, han surgido otros debates sobre de qué manera abaratar la factura de la luz bajando los impuestos, recurriendo a los Capitales En general del Estado, implicando a otros campos a abonar, imaginando novedosas o viejas costumbres establecidos o ingresando. nuevos players en el mercado. Pero bajar impuestos es bajar impuestos, no bajar el valor de la electricidad; financiar la factura de la luz trasladando ciertas de sus partidas a los Capitales, no es abaratar el valor de la luz, es gravar la carga que deben aguantar los Capitales; repartir entre otros muchos campos el pago de varios de los conceptos de la factura, que no es bajar el valor de la energía eléctrica, es repartir el valor entre los distintos usuarios de energía; las novedosas formas establecidos no podrían desvincular sus costos del precio base que proseguiría siendo el fijado en el “mercado mayorista” y el inconveniente podría ser peor (este país ahora tiene algo de experiencia en el tema esto); hacer una compañía pública que integre los activos hidroeléctricos cuyas concesiones están por expirar -cuestión atrayente, por otra parte- que poco debe ver con los costes de la electricidad y, además de esto, desvía la atención del tema de enfrentamiento urgente el día de hoy.
Asimismo un reto de comunicación
Pero esto no es solo una pelea de mercados, tecnología y políticos, asimismo es un reto de comunicación. En una reciente declaración conjunta sobre tarifas, Alba de Campo, de la oficina de Transición Energética del Municipio de Cádiz, explicaba por qué razón la gente que pusieron en marcha este plan, que creían que era una acción ventajosa, pierden esta guerra. Explicó:
“No se han realizado ningún género de procesos de información, pedagogía y diálogo popular, con lo que es un lote fértil para mandarles toda clase de mensajes”.
¿Cuánto van a durar los inconvenientes del precio del gas?
Las tensiones geopolíticas con Rusia, que provee cerca del 40% del gas consumido en Europa, y la llegada del invierno hacen meditar que las tensiones en los costos del gas llegaron para quedarse, por lo menos hasta 2022. Ciertos investigadores consideran que es de este modo corregida después de las selecciones alemanas (Rusia empleó el gas como elemento de injerencia en las selecciones festejadas el pasado domingo). Asimismo hay que tener en consideración el enfrentamiento entre Marruecos y Argelia, que amenaza el suministro de gas de Argelia a España a través del gasoducto del Magreb, que pasa por territorio marroquí. Las perspectivas no dejan el optimismo.
Todo el planeta charla de ‘compañías eléctricas’, incluyendo el Gobierno. Pero es requisito distinguir entre generadores, distribuidores o sencillos comercializadores. En la coyuntura de hoy, las filiales de generación hidráulica, nuclear y renovables están logrando mucho más rentabilidad en sus costos de explotación, pero no compensa en ningún caso las pérdidas de las filiales comercializadoras, donde el 60% tiene un precio fijo a los clientes del servicio.