Debate sobre kierkegaard y dostoyevski

El día de hoy está el paso de una época ética a una época religiosa, una comparación con Nietzsche y ciertas consideraciones finales.

c. Independencia

La independencia es el próximo tema primordial. La independencia se puede vincular útilmente al término de tiempo, pues mi independencia se define en parte al aislar mis resoluciones de cualquier resolución de una deidad, o por valores o entendimientos que ya existían. Varios transmisores de los siglos XIX y XX reconocieron que se encaraban a una crisis de valores. Esto podría atribuirse a causas familiares, como una sociedad poco a poco más secular, o el surgimiento de movimientos científicos o filosóficos que cuestionaron las explicaciones habituales del valor (por poner un ejemplo, el marxismo o el darwinismo), o la experiencia asoladora de 2 guerras globales y el fenómeno de la Facultad. asesinato en masa. Es esencial apuntar, no obstante, que estas condiciones históricas no crean el inconveniente del temor a la independencia en la situacion del existencialismo, sino mucho más bien lo acentúan. También, la independencia supone algo tal como la compromiso, por mí y por mis acciones. Ya que mi situación es sola -conocida en la angustia- mi independencia y mi compromiso son las dos terminadas. El aislamiento que discutimos previamente quiere decir que no hay solamente que actúe mediante mí o cubra mi compromiso. De forma afín, si la vida humana no debe comprenderse como algo que cambia arbitrariamente ocasionalmente, esta independencia y compromiso tienen que alcanzar en el tiempo. De ahí que, en el momento en que soy libre como persona realmente libre, acepto la compromiso de mi vida, de un ‘emprendimiento’ o de un ‘deber’. Debemos indicar aquí que varios existencialistas admiten una noción aproximadamente kantiana de la independencia: la independencia como independencia. Esto significa que la independencia, mucho más que ser un azar o una arbitrariedad, es obligarse a sí mismo a una ley, pero una ley que la persona misma da en reconocimiento de sus responsabilidades. Este préstamo de Kant está, no obstante, enormemente matizado por el próximo tema.

Vamos a llamar al siguiente tema común ‘situación’. Si bien mi independencia es absoluta, siempre y en todo momento sucede en un contexto especial. Mi cuerpo y sus especificaciones, mis situaciones en un planeta histórico y mi pasado, dependen de la independencia. O sea lo que provoca que la independencia tenga sentido. Pongamos que trato de estar allí como carpintero, mientras que finjo que me estoy librando de la situación. En un caso así, no voy a tener iniciativa de las opciones que se me abren y de las selecciones que debo llevar a cabo, aquí y en este momento. En tal caso, mi independencia va a ser ingenua o ilusoria. Esta noción específica de independencia tiene sus orígenes filosóficos en Hegel y en general se contrasta con la pura independencia racional descrita por Kant. La posicionalidad está relacionada con una noción que discutimos previamente bajo el título de filosofía como una manera de vida: la necesidad de ver o entender la vida y la presencia desde ‘adentro’. Por poner un ejemplo, varios intelectuales del siglo XIX se interesaron por la Vieja Grecia, Roma, la Edad Media o Oriente, como modelos alternos de una manera de vida menos degradada. Indudablemente, Nietzsche compartía estos intereses, pero no lo logró acríticamente: ya que la condición humana se identifica por el marco histórico, solo puede llevar a cabo retroceder el reloj o elegir de solo una vez que exactamente el mismo está separado de él (Sartre, particularmente, comparte esta vista). Heidegger expresa un punto relacionado así: la vida humana no puede abstraerse de su planeta por el hecho de que estar en el planeta es una parte de la composición ontológica de esa vida. Varios existencialistas toman mi cuerpo individual de forma específica, y el tipo especial de vida que vive mi cuerpo, como el hecho primordial sobre mí (por poner un ejemplo, Nietzsche, Scheler o Merleau-Ponty). Asimismo he de estar socialmente ubicado: todas mis acciones afirma algo sobre de qué manera percibo a el resto pero, recíprocamente, todas sus acciones es una percepción de lo que soy. Mi independencia siempre y en todo momento se pone con relación a los juicios del resto. Esta noción especial procede del análisis de Hegel de la «identidad», y está especialmente en Sartre, de Beauvoir y Jaspers. La posicionalidad generalmente asimismo tiene una propuesta filosófica esencial en Marx: las condiciones económicas y políticas no son puntos incidentales de la naturaleza universal del hombre, sino más bien una condición de que la naturaleza es desde la base.

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