Debate sobre el lenguaje inclusivo

La instructora de la clase de yoga a la que asisto en ocasiones se dirige a los competidores de la sesión como mujeres, si bien siempre y en todo momento existen algunos hombres entre nosotros: «Todos parado, por favor», «La próxima vez, procuren pareja». Un día -debía pasar- un hombre le preguntó sobre esto. Logró un pequeño cálculo y respondió: «En esa habitación hay quince mujeres y tres hombres, conque tiene mucho más sentido llevarlo a cabo de esta manera». Y continuó su clase.

Evidentemente que existen muchas causas para ponerse en contra a medidas como esta. Primeramente, amenaza la economía del lenguaje y la facilidad tan útil en los documentos oficiales (leyes, oficios, etcétera.). Además de esto, en términos prácticos, hay conjuntos en los que sería irrealizable contar el número de mujeres y hombres para elegir qué género hay que utilizar. Ricardo Ancira dedica su columna “Les nueve reglas. Gramática Componente”, anunciado en la gaceta Este País, en el que cuestiona la pertinencia del lenguaje inclusivo bajo una secuencia de razonamientos que me resultan atrayentes y impulsan la charla.

La lengua comprensiva como variedad lingüística

Como varias cosas, la lengua es un convenio que establecen los hablantes y los conjuntos para estar comunicado. En esta interacción se ven muchas diferencias dialectales, geográficas, sociolingüísticas… Va a haber algunos instantes en los que brote un convenio lingüístico que no sea gramaticalmente acertado, pero que ande en un conjunto de hablantes.

Por poner un ejemplo, la manera que contamos de redactar para móvil inteligente (k, xq, etcétera.). Esto conectaría con los modelos de lingüística que enseñamos ahora:

«El lenguaje no se aplica»

Entre los críticos mucho más fuertes contra el lenguaje comprensivo es el lingüista mexicano Concepción Company. En un reportaje con La Voz de Galicia, mencionó que «si bien puede ser un shock, es claro desde el criterio gramatical que el género masculino no es exactamente lo mismo que un hombre masculino, pero no es exactamente lo mismo que el sexo». . (…) En labras de esa igualdad nos encontramos perdiendo equilibrio, distinción en el lenguaje y tenemos la posibilidad de cometer fallos gramaticales”.

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