El recuento del programa FAADA SOS delfines exhibe que 102 delfines, 3 belugas y 5 orcas se sostienen en cautividad en España y, en el mundo entero, 58 países sostienen en cautividad a mucho más de 3.000 cetáceos.
El cierre progresivo de estas instalaciones y el traslado de los animales a santuarios marinos o centros de rehabilitación son ciertas proposiciones dentro en proyectos como ‘No es un país para delfines’, ha señalado la activista Olivia Mandle de Barcelona. a los 15 años y con el acompañamiento de la Asociación Parlamentaria para la Protección de los Derechos de los Animales (APDDA) logró agarrar mucho más de 116.000 firmas para llevar el inconveniente al Senado.
Para los fanaticos del tema y puesto que los días de confinamiento son propicios para la lectura, aquí tenéis un adelanto del libro que estoy finalizando: El Bestiario de Animales Reales que Semejan Inventados
» La ballena es un país de fronteras poco visibles, / un país que no se observa en los mapas./ Vista desde arriba, una ballena es una isla de piedra / flotando en la mitad del océano”, afirma Isabel Zapata en su poema “Espermaceti”. Y cualquier persona que haya tenido el exitación de ver una ballena azul en su ambiente natural probablemente logre ofrecer fe. El contorno terminado de la exhibe no puede estar contenido en el campo de visión. Solo se puede observar que distintas unas partes de sus cuerpos se deslizan mientras que van del agua y se sumergen de nuevo. Aspectos anatómicos que proponen que son delgados y largos, como un dragón, en incesante movimiento. Una ilustración a la que podríamos añadir los enormes y también increíbles chorros de vapor que expulsa el espiráculo con apariencia de géiser viviente que se eleva hasta 12 metros sobre el cielo.
Si las ballenas tienen la fortuna de alimentarse cerca de la área, va a ser totalmente comprensible por qué razón en algún momento se creyó que eran sargentos titánicos, puesto que la gran jorobada se prolonga por múltiples metros de largo en el momento en que se fusiona con el. barriga, traga de un mordisco y con movimientos peristálticos enormes cardúmenes de krill. O si el espécimen sacara verticalmente del agua su intimidante físico, su espina rota elevaría su figura mucho más de diez metros de altura, como una interfaz olímpica de clavados, pero de carne y hueso, lo bastante para subir el costado superado -la parte que se prolonga fuera del agua – la mayor parte de los buques de carga.